miércoles, 10 de abril de 2013

Bisfenol A. Repercusiones para la salud



Que el Bisfenol A tiene repercusiones serias para la salud es sabido desde hace tiempo. Existen bastantes datos que lo corroboran, pero la máxima capitalista  pseudoliberal sumamente pervertida de dejar hacer mientras no se enteren y me proporcione buenos dividendos, unido al desconocimiento de las personas y a una suicida actitud de "total, de algo vamos a morir", "no te vas a volver loco" o "no se puede hacer nada", han hecho que estemos literalmente rodeados de Bisfenol A por todas partes desde antes de nacer y desde la propia cuna.

Recuerdo un correo viral de esos que de cuando en cuando recorren reiterativamente la red, anunciando que  la John Hopkins University hablaba de la toxicidad de dicho componente de muchos plásticos. En mi afán por llegar hasta la raíz y las fuentes últimas sobre los temas que me interesan, en su día encontré un artículo en el que la John Hopkins University desmentía la autoría de ese correo, pero dejaba en el aire muchas cuestiones que, al menos, están por determinar científicamente. Además, resulta "anecdótico" que ante cualquier uso del plástico recomendase utilizar el sentido común y buscar alternativas.

Hace casi ochenta años, desde que fue descubierto, Desde entonces, el bisfenol A se encuentra en el punto de mira de los profesionales sanitarios, pero nunca hasta este preciso momento los científicos se habían encontrado con tal cantidad de datos que refrendasen los peligros que dicho compuesto puede acarrear.

El bisfenol A se encuentra en un gran número de productos que utilizamos en nuestra vida cotidiana, ya que forma parte del plástico policarbonado, que conforma los envases de determinados productos alimenticios, los CDs o, incluso, los biberones infantiles.


Este mismo martes, la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de Francia (Anses) ha publicado uno de los informes más alarmantes respecto al BPA, en el que asegura que puede ser altamente dañino para las generaciones venideras, especialmente en lo que respecta al cáncer de pecho. Se trata de un compuesto que, en mayor o menor grado, se encuentra en el organismo de todas las personas

Hasta la fecha, los Informes de Evaluación de Riesgo realizados por la Unión Europea señalaban, después de la evaluación de más de mil estudios, que no existe ninguna relación entre el compuesto y el cáncer. Sin embargo, la reciente investigación asegura que aquellos fetos que han sido expuestos en el útero a las mismas tasas de BPA que suele tener la población general tienen más posibilidades de sufrir cáncer de pecho cuando crezcan. El estudio señala que en un 23% de los casos, las mujeres embarazadas están expuestas a niveles del compuesto potencialmente peligrosos.

El pasado 10 de octubre, el Senado francés declaró ilegal el compuesto al ser considerado como perjudicial para la salud,

A la hora de prohibir el compuesto fue determinante la participación de un grupo de biólogos franceses, que comprobaron que el BPA puede tener efectos negativos en la fertilidad, así como ocasionar cáncer de mama o diabetes. Incluso se ha llegado a relacionar con la epidemia de obesidad.

En España, la Fundación Vivo Sano pidió seguir el ejemplo francés y prohibir el BPA, ya que se trata, en su opinión, del “mayor disruptor endocrino”

La Unión Europea, hasta la fecha, solamente ha prohibido la fabricación de biberones infantiles con este compuesto, una medida aprobada en 2011. El reglamento comunitario vigente, el 10/2011/EU, indica que el límite de migración específico se encuentra en 0,6 mg/Kg.

¿Dónde se encuentra?

En la dieta, que supone el 84% de la exposición al BPA de la mujer embarazada. De ese porcentaje, alrededor de la mitad pertenece a la resinas epoxi que se obtienen de la reacción del bisfenol A con epiclorohidrina, que suelen estar presentes en un gran número de botes o envases en los que se comercializan los alimentos. Esto también ocurre con el agua embotellada. Sin embargo, se desconoce de dónde proviene entre el 25 y el 30% del BPA presente en los organismos de las mujeres analizadas. 
Debido a que forma parte de los plásticos policarbonados, el compuesto también puede ser encontrado en coches, aviones, gafas, utensilios médicos o barnices.
Uno de los casos más preocupantes, señala la investigación, es el de las cajeras que trabajan continuamente con tickets de compra. Como ya indicase otro estudio publicado en el año 2010, al igual que ocurre con los recibos de aparcamiento, en la tinta de dichos documentos también hay cierta cantidad de BPA, algo que fue reconocido tanto por la dirección del grupo Carrefour como por la papelera Koehler. Los hijos de aquellas madres con más contacto con dichos recibos tienen, según Anses, más probabilidades de sufrir problemas de comportamiento, obesidad o alteraciones del aparato reproductor femenino. Esto ha conducido a que algunos de los nuevos recibos sean impresos con otros tipos de bisfenol A menos dañinos.

El European Information Centre on Bisphenol A creó una página destinada a aclarar algunos de los puntos sobre el BPA en los que existen mayores dudas, generalmente con el objetivo de acabar con el pánico colectivo sobre el componente. Por ejemplo, la organización considera que no se puede considerar el BPA como un “disruptor hormonal o endocrino”, que sólo se transfiere a los alimentos en un grado muy bajo y en pocas ocasiones y que no se ha demostrado aún que exista un vínculo entre el componente y la obesidad infantil.

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