miércoles, 17 de agosto de 2011

EDUCACIÓN, ¿IMPOLUTA O CON CRITERIO?

Me encontraba hojeando el Diario Público mientras le daba vueltas a la idea para escribir este post, cuando di con la carta del lector Antonio Ortiz Ortiz, maestro de primaria, que trataba sobre el 15-M y la educación en democracia.

Viene a señalar Antonio, con bastante acierto, que la educación en valores democráticos en España no ha fracasado. Claro, que para muchos la demostración de avance democrático que supone el 15-M no es educación ni es nada. Las personas, que de una manera u otra han participado en los actos y el espíritu del 15-M, han dado toda una lección, le pese a quién le pese, de saber estar, de coherencia, de civismo. Y cualquiera que haya participado en actos similares sabe que esto no es nada fácil, pues en muchas ocasiones, hay que lidiar, como ha sido el caso, con reventadores profesionales.

Y, ¿cómo hemos llegado hasta esto? La escuela, que tiene muchos defectos, también posee algunas virtudes. Veamos.

Tras la llegada de la democracia y el inicio de la inconclusa transición, la enseñanza española, al igual que el resto de la sociedad, se encontraba altamente politizada. Probablemente sin saber cómo hacerlo, debido entre otras cuestiones, a la falta de experiencia práctica.

Poco a poco, con el devenir de los años, la política se fue alejando de las aulas, al igual que sucedió con el resto de la sociedad. Incluso llegó a ser mal vista. En el inconsciente colectivo se fue fraguando la idea equívoca, sino directamente equivocada, de que la política, mala en sí misma, debía estar alejada de las aulas, confundiéndola intencionadamente con adoctrinamiento.

Y es con el 15-M como se ha venido a demostrar que la escuela no lo ha hecho del todo mal en este sentido, como acertadamente señala Antonio. A pesar de que la palabra política y todo lo que venía a significar se vio alejado de ella, sí que ha cuajado la idea de la libertad de expresión, de la expresión y el respeto por las ideas diferentes, la paz y algo de cultura democrática.

Y es que hay que decirlo claro, por mucho que le pese a quiénes quieren ver en la educación de la ciudadanía adoctrinamiento, la elaboración de un criterio propio, contrastado, razonado, es básico para una sociedad democrática. Y, en este sentido, la educación no debe ser pulcra e inmaculada. Debe ser política, en el sentido etimológico del término, en ese que no deja la política en manos de profesionales, sino que trata de profundizar en ella y deja de confundirla con partidismo. En política se toma partido, pero la política no es el partido.

Y ahora que hablamos tanto de competencias, término que no me termina de convencer cuando se asimila a los valores de un sistema, básicamente económico, es cuando debemos considerar que un ciudadano es competente, cuando es capaz de elaborar una sólida y contrastada opinión propia y no se limita a tragarse lo que los que mueven los hilos de esta sociedad tratan de inculcarle utilizando medios tanto tradicionales como subliminales y hasta virales para tratar de conducirlos como rebaño. La tele basura, la violencia en los medios, no es casualidad. Convertir a las utilizadas Belenes Esteban en modelos a imitar, no es casualidad. Eso sí que es adoctrinamiento y, además, espurio por subliminal.

Y aquí es donde ha entrado en juego la educación 2.0, en la que el internauta y el alumno, dejan de tragarse todo lo que le ponen delante de los ojos y comienza a establecer relaciones horizontales en las que él es, al menos, un protagonista más. Protagonista de su aprendizaje y de su vida.

De un buen uso de estos medios digitales, que no se vea restringido a la repetición de modelos tradicionales, depende el seguir conformando una sociedad democrática y madura que no se limite a tragarse todo lo que le echen y a votar cada cuatro años como exclusivo modo de participación en la vida pública. Ya la propia constitución por desarrollar, le reconoce otras vías que hoy se quieren cuestionar.

La red, las redes sociales, no son buenas ni malas, es el uso que de ellas se haga, el que va a marcar su validez o no. De ahí deriva nuestra responsabilidad como educadores, madres y padres o ciudadanos. Que el uso que le sepamos dar al Tuenti y a la red en general, vaya más allá del ji, ji, ja,ja, je, je, y de la repetición de roles preestablecidos. Y no es que el ji, ji esté mal, lo que está mal es el no saberle sacar partido a unos medios que nos permitan ser unos ciudadanos más libres, mejor formados y con un criterio propio.

Y es ese el reto que nos plantea Christian Molina en su película, "I want to be a soldier" (que aún no he visto, aunque he seguido su crítica). No basta con dar acceso a los medios digitales. Hay que formar en su uso. Esa es fundamentalmente nuestra labor en este sentido, el facilitar herramientas que le permitan a los alumnos construir su propio futuro con bases sólidas y democráticas. Y cuando me refiero a herramientas, no me limito a dejarles un aparato de televisión o un ordenador en su cuarto o un software determinado. Más bien me refiero a convertir la tecnología y las oportunidades que ésta ofrece, en un entorno adecuado para su desarrollo, para un aprendizaje colaborativo en el que desarrolle su propio criterio y formación como ciudadano preparado, responsable, tolerante, respetuoso con la diferencia, con las opiniones ajenas y con el medio y dispuesto a ser parte activa de la sociedad en la que vive.

Les dejo con este artículo de Antonio Ortiz Ortiz que me ayudó a terminar de conformar esta entrada.

El 15-M y la educación en democracia
El 15-M supone la reacción de personas de diferentes edades, géneros y formación ante una situación que el sistema político no ha sabido solucionar. La buena educación, la formación jurídica, científica y técnica de las personas que se han convocado en este movimiento, no son fruto de la casualidad, aunque sí de la espontaneidad en sus primeros momentos.
Las leyes de enseñanza de la democracia y sus principios rectores tienen mucho que ver con las formas no violentas del movimiento en España. La inclusividad, la participación activa, el respeto a la diferencia, la paz, tan celebrada en tantos colegios, la convivencia en los espacios comunes, la comunicación para la cooperación entre todos los miembros de la comunidad educativa, saber escuchar para saber hablar eso que enseñamos: saber dialogar.
¿Acaso alguien podrá argüir que la educación ha fracasado? ¿Alguien podrá hablar desde algún púlpito sobre crisis de valores? El 15-M nos recuerda constantemente que nuestra sociedad está educada y sana. Lejos quedan ya aquellos paradigmas de la educación para el miedo: a morir, a vivir, al castigo y al pecado.
Antonio Ortiz Ortiz
Maestro de Primaria

2 comentarios:

Miguel Angel Rojas dijo...

Muy buena entrada.

Yo soy de los que critica el sistema educativo y tras leerte. a ti y a Antonio, creo que hago mal en no matizar que lo que veo mal es el sistema académico.

La escuela, al menos en la pública, imparte valores y educa más allá de lo académico.

Haciendo una reflexión sobre lo leído me vienen a la mente mil momentos y actividades en pro de la paz, la convivencia, la libertad de expresión y de todo tipo, las manifestaciones…

Creo que es algo que se dan tan de hecho que no se atiende a distinguir. Al menos pasa en mi caso.

No obstante creo que más que a la escuela en sí el hecho de impartir valores democráticos atiende más al tono general de los docentes que al sistema escolar en sí.

Voy a enlazar el artículo en el grupo de Facebook y voy a distinguir en mis críticas, a partir de ahora, lo académico de lo demás.

Un saludo.

Jesús Hernández dijo...

Gracias Miguel Angel por tus palabras que tienen más valor viniendo de fuera. Tienes razón en cuanto a lo de la pública. Yo, muxgo antes que profesor de, me considero educador. Critico muchas cosas del sistema, pero también valoro que mucos docentes se dejan la piel día a día por transformar este mundo.
Un saludo y gracias por compartirlo